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Mostrando las entradas de octubre, 2025

domingo

De nuevo, lo de siempre. Todos mis domingos son iguales. Este instinto desolador de tenerte, y cuando te tengo, de rechazarte. No quiero tu amor normal. Tu amor de palabras vanas. No quiero tu amor de sesión de terapia, tu amor primaveral. No quiero tu amor predecible, tu simple amor. Tu amor ordenado, que cabe en mi ropero. Me duele la simpleza de las cosas. Me angustia que te angustie mi dolor. Me duele entregarte mi herida de a poco. Y que quieras cuidarla, pero aunque lo intentes, que no sepas. Me duele este impulso irrefrenable de escribir. Me duele el silencio en el que surgen las palabras. Me duele más o igual que los domingos. Pienso en si serán así de terribles mis domingos en Granada. Pienso en la soledad todos los días. Pienso en mi soledad de niña. Pienso que la soledad es lo mismo que escribir. Pienso viajar a Europa y volver y dedicarme únicamente a lo que me gusta. Es decir, a ésto. Es decir, a no decir nada. Es difícil explicarlo. Como si hablara en diferido. No sé cómo...

Los boleros y el "tú"

Ódiame Bésame Mátame Perdóname Olvídame Ámame Quiéreme Escúchame Abrázame Tómame Desgárrame Siénteme En los boleros, lo más importante es el "tú". Ni el inmenso YO ni el cálido "nosotros", ni el acusador "ellos". ¿Qué es un bolero, y tú me lo preguntas? Un bolero... un bolero eres tú.
No es necesario darle tantas vueltas a las cosas. A veces solamente es un fin. Y está bien que así sea. Así soy. Así vivo. De punto en punto, de final en final. Y soy capaz de asumirlo, tranquilamente. Haciéndolo totalmente parte de mí. Me siento ajena a ese mundo vacío de contenido, de palabras. Tan distinta. Ni mejor, ni peor. Sólo distinta, como si no encajara. Como si no fuese a ser nunca lo que esperan de mí. Y es muy terrible la sensación no estar nunca a la altura, no llegar jamás, de verlos en silencio, mirándome sin verme, sin decir nada, ese silencio terrible de mil palabras estúpidas, ríos conceptuales con vertientes conocidas y estudiadas, con párrafos predeterminados, como un check-list de palabras que "hay que decir". ¡Qué absurdo! Ellos no vivieron nada, no conocen la sed, la muerte. La desesperación. Eso es lo que te cambia la vida en el fondo: estar desesperado. Una no mira el mundo con los mismos ojos después de tener en brazos el cuerpo frío de tu abuelo, d...