domingo
De nuevo, lo de siempre. Todos mis domingos son iguales. Este instinto desolador de tenerte, y cuando te tengo, de rechazarte. No quiero tu amor normal. Tu amor de palabras vanas. No quiero tu amor de sesión de terapia, tu amor primaveral. No quiero tu amor predecible, tu simple amor. Tu amor ordenado, que cabe en mi ropero. Me duele la simpleza de las cosas. Me angustia que te angustie mi dolor. Me duele entregarte mi herida de a poco. Y que quieras cuidarla, pero aunque lo intentes, que no sepas. Me duele este impulso irrefrenable de escribir. Me duele el silencio en el que surgen las palabras. Me duele más o igual que los domingos. Pienso en si serán así de terribles mis domingos en Granada. Pienso en la soledad todos los días. Pienso en mi soledad de niña. Pienso que la soledad es lo mismo que escribir. Pienso viajar a Europa y volver y dedicarme únicamente a lo que me gusta. Es decir, a ésto. Es decir, a no decir nada. Es difícil explicarlo. Como si hablara en diferido. No sé cómo...