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Mostrando las entradas de junio, 2017

Tarde

Cómo no describir el celeste del cielo repleto de estrellitas que bailan y se desplazan al compás de tus pupilas. Cómo no querer abrir de par en par la ventana y dejar pasar el aire hasta deshacer las raíces de mis pensamientos. Cómo no contemplar descalza este sol de la tarde que rueda sobre un cielo diáfano y prolífico de nubes. Cómo no extraer de vuelta la risa olvidada en el fondo de la garganta para acordarme que alguna vez sí fui feliz. Cómo no desabrocharme los ojos para mirar el horizonte que se oculta detrás de todos esos edificios. Cómo no agarrar un pincel y teñirlo todo de violeta. Y reír. Cómo no sentirme atravesada por la luz radiante que se enciende cada vez que respiro. Y que no se apagará nunca. Cómo no desfilar encima de las palabras para juntarlas todas y volver a separarlas en oración, canto, cañaveral. Cómo no pensar y recordar y sentir hasta que se me cierren las costillas pero igual sentir y esbozar una sonrisa ligera pero que nadie percibe. Cómo no extrañar la ...

La víspera

Hubo una vez una entrada al pozo debajo un árbol lejano y frondoso, a orillas de un río seco. Estábamos jugando a la ronda a mitad de la tarde, ya oscurecía por entre las hojas y observábamos un sol poniente como una despedida fatal del sol hacia un planeta remoto.  Había olor puro a alcohol de whisky, hierba y sangre y a mí se me dio por soltarle las manos a Alicia, tirarme al pasto y mirar los últimos trazos de luz rosada que se iban alejando detrás de las nubes.  ¿Qué te pasa? Me preguntó Roberto que seguía girando al ritmo de la ronda. Nada, le dije y continué mirando el cielo. Un pájaro extraño pasó muy cerca de mí y emitió un sonido como de auxilio que me produjo angustia. El viento último del sur se iba acercando. Cerré los ojos y sentí la tarde cada vez más oscura. Era feliz conmigo y mi silencio, percibiendo solamente unos pocos restos de luz, el aroma de la hierba y la breve brisa que me recordaba al mar cuando era niña. Lástima que se secó el arroyo, dijo J...

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Inti Raymi (Fiesta del sol)

Hubo un crecimiento de pequeñas gentes relampagueantes alrededor de un fuego feroz y ardiente como una mandíbula diabólica. Se llamaban con distintos nombres que no pude pronunciar nunca y adoraban dioses que eran ajenos a mí, a pesar de que el canto de los pájaros que escuchábamos era exactamente el mismo.  Nunca supe quiénes eran. Ahora ya los olvidé y solamente persiste el recuerdo de aquella fogata que decían que hace 547 años que no se apagaba. Yo les creí porque ese fuego tiene una textura y un color especiales, invitaban a quedárselo observando durante largo tiempo, hasta que una comenzaba a sentir una especie de extraña energía que le subía por el pecho hasta la garganta y era entonces cuando comenzaban los alaridos. Éramos como animales: perros, lobos, fieras, toros, vacas, osos, lo que fuera. Cada uno tenía una máscara enorme y orgullosa que permitía que nos transformásemos en otra cosa. Me daba miedo ponerme la máscara porque no sabía en qué me convertiría,., era ta...