viernes, 30 de junio de 2017

Tarde

Cómo no describir el celeste del cielo repleto de estrellitas que bailan y se desplazan al compás de tus pupilas. Cómo no querer abrir de par en par la ventana y dejar pasar el aire hasta deshacer las raíces de mis pensamientos. Cómo no contemplar descalza este sol de la tarde que rueda sobre un cielo diáfano y prolífico de nubes. Cómo no extraer de vuelta la risa olvidada en el fondo de la garganta para acordarme que alguna vez sí fui feliz. Cómo no desabrocharme los ojos para mirar el horizonte que se oculta detrás de todos esos edificios. Cómo no agarrar un pincel y teñirlo todo de violeta. Y reír. Cómo no sentirme atravesada por la luz radiante que se enciende cada vez que respiro. Y que no se apagará nunca. Cómo no desfilar encima de las palabras para juntarlas todas y volver a separarlas en oración, canto, cañaveral. Cómo no pensar y recordar y sentir hasta que se me cierren las costillas pero igual sentir y esbozar una sonrisa ligera pero que nadie percibe. Cómo no extrañar la mano frágil que me arranca de a poco de la esquina de la muerte. Cómo olvidar la noche secreta en que estrechamos las manos y nuestros brazos se abrazaron envueltos  en un coro de sirenas que dibujaron la luna. Cómo no recordar las tardes alegres de primaveras pasadas y el canto frente al río, la inmensidad del día y algún que otro sacrificio banal. Cómo eliminar de mi mente la añoranza de un pasado que retorna como un canto de ruiseñor. Cómo no amar de pronto y estallar de belleza ante este mundo vacío, absurdo e insensato. Cómo no emocionarme de brazos y huesos y dedos y falanges que me salen por el cuerpo como un árbol frondoso queriendo abrazarlo todo. Cómo no imaginar que habrá un día en que todas las criaturas serán azules y en vez de palabras nos saldrán flores de la boca y los ojos ya no serán ojos sino estrellas, porque estaremos allá, del lado de la fiesta y la de la risa.

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