Dolor

 Ella tiene los ojos hinchados, la cara pálida, las manos flojas. El pelo va y viene, enredado en sí mismo sin saber a dónde ir. Así está ella: derrotada. Tiene la boca cosida con sus propias manos y por su sangre corre un terror abrumador que la agota y la desespera.

Yo la vi ahí, en su propio precipio, pidiendo ayuda. Y no pude hacer nada. No hice nada.

Eso también soy yo. Un reflejo que late mudo, sin saber qué hacer.

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