domingo, 21 de enero de 2018

Maté a Pablo

Maté a Pablo hoy, veintiuno de enero de dos mil dieciocho
un día antes del cumpleaños de su madre
así de cruel y despiadada soy

Lo maté de pronto, mientras transcurría un mediodía
largo, soleado, denso,
claro, sin nubes

lo asesiné con firmeza, segura de un deber que solamente yo comprendo
recogí todos mis recuerdos y los reinterpreté, reordenando mi mundo
y comprendí cuánta soledad fue posible tolerar

Pablo murió hoy. Y murió en mí para siempre,
ya no quiero más sus excusas, que son siempre las mismas
sus explicaciones torpes
sus cálculos exactos, tan prolijamente estudiados
sus fórmulas infalibles, sus deducciones
no lo quiero, renuncio a su mundo, renuncio a la mediocre compañía
de quien nunca me quiso de verdad
a quien nunca le importé del todo
quien me ayudó con una lástima papal
como quien ayuda a un gato atrapado, a un gorrión moribundo

y estuvo allí, en los lugares donde nunca nadie estaba
pero aun así,
no me quería
no al menos
como yo necesitaba

Pablo, "yo soy esto"
te das cuenta del desprecio que me tenés?
Pablo, ojalá nunca sientas este dolor desgarrador
-de nuevo otra pérdida, ya estoy acostumbrada-
ojalá siempre te sientas querido y valorado
por quienes te importan
no como yo
que te tuve sin tenerte,
que es peor

adiós Pablo, te saludo con la palma de mi mano
y aventuro dos lágrimas inútiles como el único ritual
del que soy capaz ahora
te digo adiós, aunque aun no lo sepas
aunque aun no te sorprendas y no te enojes cuando te enteres

que te estoy dando un adiós definitivo
con este mismo gusto amargo,
este soga en la garganta
que me aprieta

pero es inútil cualquier intento de volver a decirte
a reclamarte
lo que ya no importa
si para vos soy inútil
si no tengo futuro
si no sirvo para nada
ni soy nada
ni seré nada
probablemente tengas razón

pero es que vos no sabés de este sonido permanente
que habita en mi cabeza,
los fantasmas,
el dolor, Pablo
no sabés sobre el dolor
ojalá nunca te enteres














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