domingo, 8 de octubre de 2017

domingo con Gena

Gena duerme
con una calma utópica, fantástica,
parece que respirara aromas naturales,
rítmica imagen de su esencia animal
la miro y observo aquél todo
sublime, como un ángel
mágica y nocturna,
y pareciera, toda ella,
como venida de otro mundo,
de un allá que no existe
de un quién sabe dónde,
de dónde viene Gena, que no es sino
una casualidad pequeña.


Respira sus maullidos contenidos,
estira sus cuatro patas blancas,
bosteza y se le salen
pequeñas reverberancias
por su boca de gata.
Me mira desde lo más hondo
de sus pupilas estrelladas
a través de su aureola celeste y felina
me mira y me cuenta historias lejanas
de tiempos que no existieron nunca
pero que sin embargo
soy capaz de imaginar
y de vislumbrar del todo,
con los más absolutos y
recónditos detalles
porque ella me inspira con su
simpleza, con
su cuerpo efímero y delgado
con el que salta, se trepa, camina
explora
el mundo

tan grande
para ella

tan triste
para mí
tan ovalado
para los físicos
tan terrible
para los tristes
como yo

tan absurdo
para los borrachos
tan pequeño
para los poetas

y yo
que casi no duermo
por querer ser como Gena
por mirarla embelesada,
narcotizada,
como si nunca hubiera
visto,
como si no supiera
sobre aquella paz
de un cuerpo que no sabe,
de un cuerpo que
duerme y
que respira.










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